Bodega Gargalo

Entrevista a Ángel Germade, Director general de Bodega Gargalo

“La labor que nos ocupa ahora en Gargalo es consolidar la marca como referente de calidad de los vinos gallegos”

Fueron los abuelos maternos de Roberto Verino, cultivadores de viñas en la zona de la Ribeira Sacra, quienes engendraron en él la curiosidad por el noble arte de la elaboración del vino. Entendiendo el vino como un placer para compartir, alrededor de una mesa y de la buena conversación, con amigos, comenzó la historia de Gargalo.

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El marco del Castillo de Monterrei, fue el elegido para materializar su idea. Rodeado por ocho hectáreas de viñedos con variedades blancas de la zona, como el Godello, Albariño, Dona Branca y Loureira, y tintas como Mencía, Arauxa y Merenzao, se daba origen a un proceso de recuperación de la esencia de la viticultura gallega. Según nos cuenta Ángel Germade, director general de la bodega, Gargalo basa su filosofía de trabajo en la elaboración de vinos de alta calidad, con vocación de ser un referente de prestigio dentro del mundo del vino gallego.

¿Puede explicarnos de dónde viene el nombre de la bodega?

Lo explico a menudo en las visitas que hacemos en la bodega porque la gente se cree que es un nombre inventado. Y no, gargalo significa garganta en castellano y en gallego. Y el cuello de la botella también es el gargalo de la botella. En el caso de la bodega, es una garganta de agua que baja de las laderas, de las montañas justo por aquí (Verín), por eso se llama Terra do Gargalo. Tierra donde hay una garganta de agua, ése es el significado. Y toda nuestra comunicación está ahora redirigida y pensada en eso.

Roberto Verino fue uno de los primeros personajes famosos que se decidió a poner en marcha un proyecto como éste, a apostar por el vino. Después le han seguido varios. ¿De dónde le vino el interés por este sector?

Bueno, Roberto es un enamorado de la tierra. Antes de que todos estos famosos empezasen a hacer bodegas él ya lo hacía. Ya era famoso, ya era conocido por la ropa. No necesitaba ese reconocimiento, pero sí lo hizo porque le gusta, porque vio en esta tierra el potencial que tenía y quiso siempre recuperar la tradición vitivinícola de esta zona. Tenga en cuenta que había cepas desde la época de los romanos. Roberto Verinno fue pionero en relanzar la comarca de la zona de Verín y valle de Monterrei.

¿Por qué en Verín?

Se crió aquí y es donde vive. Verín es la tierra donde creció y donde decidió fundar su empresa. Es por un vínculo sentimental y porque la zona tiene un potencial enorme. Él ya lo vio hace muchos años y por eso empezó el proyecto de la bodega.

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¿La sensibilidad de un creador como Verino se puede transmitir también al vino?

Yo creo que sí. Roberto siempre dice que hay que lograr la capacidad de seducir y emocionar en todo. Y también suele decir que para él hacer un vino es mucho más difícil dependemos de un montón de cosas: de arriba , de si llueve, de si no llueve, de si hay heladas, de si no hay heladas, de cómo viene la uva, de cómo fue la vendimia, de si hace más sol, menos sol… Es muy complicado manejarlo todo. Hacer un vino es un arte también. Hacer un buen vino, me refiero. Hay que tener en cuenta, y es algo que siempre digo, que de una uva buena se puede hacer un vino bueno y un vino malo, pero de una uva mala nunca se puede hacer un vino bueno. Por lo tanto, hay que estar muy atento a lo que pase en la finca, sobre todo.

Roberto Verinno fue uno de los que ayudó a fundar la denominación de origen Monterrei y es una de las que más está despegando en los últimos años. ¿A qué cree que se debe?

Fundamentalmente, a la calidad y a las condiciones que tenemos aquí. Tenga en cuenta que esta zona pertenece a Galicia, pero climatológicamente hablando es como si fuésemos Ribera del Duero. Estamos en la misma altitud y en la cuenca del Támega, que es el último afluente del Duero. No del Miño ni del Sil. El río que pasa por aquí, por este valle es un afluente del Duero. De Las Estibadas para aquí es como si estuvieses en otro país, climatológicamente hablando. No nos parecemos a Galicia. Quizás llueva aquí la mitad que  la media gallega, por ejemplo. Y la diferencia de temperatura entre el día y la noche, justo ahora en septiembre, puede ser de más de veinte grados. La uva lo agradece mucho: por el día absorbe y crea los azúcares donde están los aromas, los sabores del vino, y por la noche los concentra con el frío. Es un sitio privilegiado. Y bueno, es una denominación de origen muy joven y desde que empezó, se ve la evolución. Ahora hay gente que está haciendo las cosas bien y en los vinos se está notando, claro que sí.

¿Qué volumen produce anualmente la bodega?

Estamos sobre cien, ciento veinte mil botellas anuales.

¿Y cuáles son los objetivos a medio plazo?

Lo primero, consolidar la marca. Este mundo es muy competitivo, tremendamente competitivo. Hay miles de marcas, el consumidor tiene que decidir qué vino escoger y la oferta es algo increíble, descomunal. Entonces, por qué van a escoger tu marca. Ahí está la labor que nos ocupa, consolidar la marca como referente de calidad de los vinos gallegos, en las variedades que nosotros utilizamos. Es el objetivo principal. Es decir, tenemos que hacernos fuertes con el consumidor, porque la competencia es bestial. Se hacen muy buenos vinos en muchas zonas de Galicia y de España y, por lo tanto, hay que distinguirse de los demás con esa labor. Tienes que conseguir que el consumidor detecte que hay algo detrás de esa marca.

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Hablando de los consumidores, ¿de dónde es el consumidor de Gargalo?

Nosotros vendemos básicamente en Galicia. También en el resto de España y exportamos algo a Bélgica, Inglaterra, Japón y Australia.

¿Tuvo éxito la aventura japonesa que iniciaron hace algunos años?

Sí. No es gran cantidad pero trabajamos con un pequeño distribuidor que está llevando algo cada año y tenemos presencia allí. La cantidad es poca, pero es importante estar en un país como Japón.

¿Y un vino de Verín marida con la comida japonesa?

Sí. Es cuestión de armonizar la comida con el vino. Un blanco, por ejemplo, va fantásticamente bien con el sushi. Podría ser un godello o un treixadura albariño perfectamente, sí, claro.

Ustedes tienen varios vinos, ¿podría elegir uno?

Es que no se puede elegir. Depende mucho de con quién estés, de cómo estés, de la comida que estés tomando… O sea que depende del momento y de con qué lo acompañes. Por lo tanto, es muy difícil elegir.

Siempre que se habla de los vinos de Gargalo se utilizan adjetivos como elegante, equilibrado. ¿Cúales son los adjetivos que mejor definen a vuestros vinos en general?

Pienso que habría que hablar de cada tipo de vino. Pero si tengo que decir una característica genérica para todos es, sobre todo, el post gusto. Nuestros vinos son muy largos. Es decir, un sorbo de nuestro vino mantenido un poquito en la boca y con un poquito de aire te puede permanecer  mucho tiempo, te da el recuerdo de los aromas. Son vinos muy largos, y muy golosos también.

¿Y cómo se consigue estar, año tras año, entre los mejores vinos en las guías más prestigiosas?

Gracias a la calidad. Es lo que decía antes, hay que estar muy pendientes de lo que pasa en la viña y luego tratarlo bien cuando llega a la bodega. Hay que tratar bien a los vinos, a la uva me refiero. Hay que estar muy pendiente de la calidad, muy pendiente. No puedes descuidarte nada porque la competencia lo hace cada vez mejor y para triunfar la clave es la calidad.

¿Roberto Verino es un hombre que está muy a pie de obra, está muy interesado en la viña, viene por aquí a menudo?

Sí. Viene a menudo, se interesa por el tema y está muy involucrado con el proyecto. No le dedica todo el tiempo que sé que a él le gustaría porque tiene también el otro negocio, pero está muy interesado y muy involucrado en el proyecto.

Usted comenzó a trabajar en Gargalo en 2011, ¿venía del mundo del vino?

Toda mi vida profesional ha discurrido en el mundo del vino. En la última etapa estuve veinte años en Bodegas Torres, de los cuales seis fui director de la bodega que tienen en Chile. Siempre he estado ligado a este mundo, es lo que más me gusta y con lo que más disfruto también.