Adega Algueira

Entrevista a Fernando González, propietario de Adega Algueira

“Los vinos gallegos triunfan en el mundo porque vivimos el momento de la diferenciación”

Palabras como sensibilidad y paisaje salen constantemente de los labios de Fernando González, bodeguero y propietario de Adega Algueira, un paraíso de sosiego y tranquilidad en plena Ribeira Sacra. Con un concepto diferente sobre los vinos, tanto en el continente como en el contenido, y con una apuesta clara por la diferenciación, González ha conseguido situar sus elaboraciones en los primeros puestos de las mejores guías internacionales. Gracias a su apuesta por la calidad y la identidad propia, la Guía Peñín 2014 puntuó ocho de sus vinos por encima de los 90 puntos.

ARV6416-A-w¿Cómo surgió la idea de hacer una bodega como esta y en este entorno?

El proyecto Algueira, nació mucho antes de esto que ves, nació en la viña porque nos preocupamos mucho de hacer viticultura y es algo que hacemos desde hace, más o menos, unos 30 años. A partir de ahí, surge el proyecto de la bodega. La primera que hice es donde está hoy el restaurante, era una bodega pequeñita, para 800 litros, y empezó como deben de iniciarse todos los proyectos, desde la ilusión y con pasión, aunque este mundo luego te va enganchando todavía más. Una bodega es más que un lugar para elaborar vino, es un proyecto al que uno le dedica su vida. Cuando empezamos con este edificio, lo primero en que pensé fue el lugar en el que estamos porque la Ribeira Sacra necesita mucha sensibilidad a la hora de hacer vinos, hay que tener en cuenta el paisaje, el entorno… No en vano, estamos rodeados de 20 monasterios, 35 iglesias de románico y creo que una bodega debe ser representativa del lugar en el que se va a crear. Lo que realmente me hubiera gustado es que los monjes me hubieran vendido el Monasterio de Santa Cristina, pero esas cosas no están al alcance de uno. Así que iniciamos este proyecto y surgió la idea de desarrollar un edificio, un lugar con un concepto monacal. Trajimos piedras antiguas de muchos lugares y empezamos esta bodega que es fruto de un comienzo muy exitoso que va tirando de uno y que le obliga a apostar fuerte. Hoy este proyecto que nació hace unos 16 años se nos ha quedado muy pequeño y vamos a tener que ampliarlo en breve. Uno no puede dejar de preocuparse por las circunstancias pero estamos vendiendo muy bien, estamos exportando mucho y este proyecto sobrevive gracias a lo bien planteado que ha estado desde el principio. El concepto siempre fue el de hacer un vino diferente porque el mundo no necesita más vinos, necesita un vino especial que sea representativo de la zona en la que nace. Hacer vinos es como embotellar un paisaje y Galicia se presta a ello. En cualquier lugar se puede hacer un gran vino, aunque a veces falte reconocimiento o sensibilidad, depende de los casos, y olvidarse un poco de la parte económica. Hay que preocuparse de hacer un gran vino porque lo otro ya vendrá después.

Cuentan con un restaurante dentro de las instalaciones y su bodega está abierta al público

Fuimos pioneros en temas de enoturismo, los primeros en recibir visitas y ya desde el principio tuve muy claro que en Ribeira Sacra hay más cosas que vino, hay paisaje, historia, una viticultura espectacular… Los viajes que hice fueron muy importantes, ver lugares maravillosos como Italia, Francia, Alemania, Suiza, sitios donde nos llevaban 150 años de ventaja fue maravilloso, y no hay que copiar nada, sencillamente hay que aprender. Luego hay que respetar el lugar en el que estás trabajando y explorar todas sus posibilidades y recuperar variedades olvidadas como hemos hecho aquí. Todas esas cosas nos dan una identidad propia y a la vez nos abren todas las puertas del mundo.

Han apostado por variedades autóctonas como mencía, alvarello, merenzao, caíño, godello, ¿qué les aportan a los vinos?

Estas variedades hacen un vino diferente. Hay que tener claro que lo único que puede hacer un vino diferente es la naturaleza y la naturaleza son las uvas. Viajamos para ver ciudades, otras culturas, personas diferentes, eso es lo que nos motiva a viajar y eso mismo pasa con el vino. Estar en Galicia ayuda mucho, porque no hay otro sitio en el mundo que tenga 65 variedades de uvas.

Además de las variedades, imagino que influirá también la ubicación de los viñedos o el clima especial de la Ribeira Sacra

Es que aquí ya hubo una gente que lo dejó todo muy bien escrito con unos renglones imborrables que son los socalcos. Hace dos mil años los romanos escribieron esto para quien lo quisiera entender, entraron por el mar, subieron por el río Miño y cuando llegaron al Sil, se quedaron y dijeron, aquí vamos a hacer nuestro vino. Lo triste de esto fue la guerra y que estamos en un lugar que no le interesa a nadie, no hay población, pero lo curioso es que miles de personas nos vienen a visitar porque quedan pocos lugares en el mundo como este. Sólo en el mes de agosto pasaron por esta bodega más de 2.600 personas, y más de treinta y pico mil personas pasan cada año por el embarcadero. Ribeira Sacra lo tiene absolutamente todo, pero necesita sensibilidad.

¿Están de moda los vinos de Ribeira Sacra?

Los vinos nunca deben ser moda y los vinos de Ribeira Sacra están triunfando en el mundo para quedarse, no es algo pasajero. Esto no es moda, es historia. Hacer un vino te lleva toda la vida, si pasa de moda estaríamos perdidos. Un vino consiste en embotellar un suelo, el sol, las estrellas… Eso nunca puede pasar de moda porque, además, la naturaleza hace cada año un vino nuevo.

Tienen en el mercado 16 vinos diferentes, ¿es fácil gestionar una bodega con tantas referencias?

Es difícil pero ahí está la grandeza, hay que buscar lo primero la identidad y esa identidad te la van a dar las uvas. Ser bodeguero yo siempre digo que es un poco cruel porque en un mes tienes que hacer un vino para todo el año y no puedes equivocarte, no tienes derecho a repetir porque no hay materia prima. No es fácil que una bodega tenga dimensión internacional siendo tan pequeñita como somos, estamos en medio mundo, en las mejores guías internacionales aparecen nuestros vinos. Y eso no es mérito mío, es mérito del lugar que da estas variedades.

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Entiendo que influirá también la sensibilidad con la que se traten las uvas

Sí, claro, pero ten en cuenta que hay lugares de España donde también trabajan con mucha sensibilidad y no tienen la suerte de poder vender sus vinos en medio mundo. Quieren pero no pueden, no tienen climatología, no tienen paisaje, no tienen uvas autóctonas. Esa es la grandeza de Galicia. Los vinos gallegos no están ahora mismo arriba porque nos toque a nosotros triunfar sino porque es el momento de la delicatesen, es el momento de la diferenciación, de la riqueza y hay que construir vinos para eso. El mayor enemigo de Galicia son los gallegos, y hay miles de visitas anuales, incluidos muchos viticultores extranjeros, porque ven lo que hay aquí y que muchos gallegos no ven. Galicia es un bombazo, es la lotería.

Sus vinos cuentan con las mejores puntuaciones en las guías de referencia, ¿qué tienen que gustan tanto?

Lo primero que tienes que saber es a quién va dirigido el vino porque un vino diferente es imposible de vender a personas que beben Coca Cola, hay señores que quieren la vainilla, el café, la moca, el cacao en el vino, y hay lugares de Galicia donde es casi imposible venderles vinos tintos gallegos. A ver quién cambia la “riojitis”. Hay que abrir la mente y eso es muy difícil con personas que no tienen cultura de vino y a Galicia le falta esa cultura. Pero quizás también por eso mismo, por esa dificultad, es tan apasionante este mundo.

¿Se entienden mejor los vinos de Ribeira Sacra fuera de aquí?

Nosotros hoy tenemos la suerte de que los gallegos también los aprecien. Los vinos gallegos emigraron, conquistaron América, vinieron de vuelta y ahora triunfan aquí, los valora todo el mundo. Nosotros somos reacios a valorar lo que tenemos.

¿Cómo se presenta la vendimia de este año?

Cada viticultor lo verá de forma diferente. Nosotros la vemos muy bien, hemos trabajado mucho, estamos en lugares muy buenos, muy secos y soleados y, además, llovió muy poco.