La chica de ayer

«Nuestros vinos desprenden los sabores del Ribeiro de siempre, pero  con técnicas que se aplican en  las zonas de Burdeos o Borgoña»

Cuando Serafín Vázquez tuvo la oportunidad de poner en marcha su propia bodega decidió que no sólo iba a hacer un vino de calidad, sino que quería hacer un producto del que se hablara, que fuera difícil de olvidar. Así nació “La chica de ayer”, un caldo que evoca a los Ribeiros de antes dentro de una botella “de diseño novedoso y  con una etiqueta transgresora”. El primer año, el blanco, que tiene el mismo nombre de la bodega, y el tinto, “El beso de Judás”, se agotaron en dos semanas. Para Serafín Vázquez el secreto de su éxito es “la libertad de saber que no pierdes nada si te arriesgas”. A él le ha ido bien.

IMG_0893-b-w¿De dónde viene su relación con el mundo del vino?

Todos los recuerdos que tengo están vinculados con el mundo del vino, desde que era pequeño. Empecé a trabajar en este sector hace ya 20 años, cuando tenía 17. Hace un tiempo me surgió la oportunidad de hacerme con una viña que iba a quedar abandonada y el dueño me convenció para que la cogiera yo. Era una viña antigua, que había que trabajar a mano y al final me decidí. Mi idea era sacar un vino blanco, pero también había variedades de tinto, así que me dije, voy a cuidar el blanco para que salga lo mejor posible y con el tinto me arriesgo a ver qué sale, si está bueno lo comercializo y si no, pues nada, queda para casa o lo vendo a granel. Así fue como empezó la historia de “La chica de ayer”.

¿Y el nombre cómo se le ocurrió?

Tal como está el mercado saturado de vinos, siempre tuve claro que había que hacer algo impactante, que llamara la atención, tanto por el nombre como por el diseño. El objetivo es que cuando la gente lo viera, destacase enseguida sobre el resto. Porque la calidad es muy importante,  pero tienes que hacer algo para que te prueben y se queden con tu nombre. En el caso de la “chica de ayer”  fue jugar un poco con dos cosas que me encantan: el vino y la música.

¿A quién le gustaba tanto Nacha Pop que eligió el nombre de la canción?

Más que el grupo, lo que me gustaba mucho era esa canción. En su momento pensé, y sigo haciéndolo,  que “La chica de Ayer” era un nombre perfecto para un vino que iba a consumir gente de más o menos de mi edad, o quizás un poco más: clientes de entre 30 y 50 años. No debemos olvidar que “La chica de Ayer” cuesta alrededor de 12 euros en tienda, no es un vino barato.

¿Cómo aceptó el público este vino?

Te puedo decir que vendimos todo lo que teníamos, unas 1.200 botellas,  en 12 días. Y con el tinto, “El beso de Judás”,  nos pasó exactamente lo mismo

¿Cómo definiría sus vinos?

Son vinos con sabores del Ribeiro de siempre, pero  con técnicas que se aplican en  las zonas de Burdeos o Borgoña. En cuestión de frescura y finura busqué que fueran vinos elegantes, nada toscos, pero recuperando la esencia de los vinos que había antes en el Ribeiro. Poco sulfuroso, sin levaduras añadidas…

¿Cómo fue la primera vendimia, la del año pasado?

Fue terrible. Tuvimos que decidir entre coger la uva antes de la lluvia, cuando aún estaba verde, o esperar a que pasaran las lluvias y arriesgarnos a perder un 30% de la producción. Decidí esperar, aunque perdiera uva. Este año fue buena pero no tanto como dicen. Los vinos con tanto calor se quedan muy planos, la acidez estaba muy baja, así que tuve que buscar mezclas  para que el vino tuviera chispa, y creo que este 2015 va a tener más chispa que el pasado, que fue más meloso, más tranquilo.

¿Dónde se está vendiendo su vino?

El 90% del tinto se fue para Suiza. Vinieron unos exportadores, les encantó  y compraron toda la producción, aunque les pedí que me dejaran algo para poder dar a probar a la gente. El blanco sí se quedó la mayor parte en Galicia, menos un 25% que lo compraron para Santander.

Trabaja en una gran bodega y paralelamente has puesto en marcha este proyecto tan personal, ¿hay mucha diferencia ?

Con “La chica de ayer” no pierdo nada, bueno, tiempo, pero no lo considero perdido porque es algo que me encanta. Eso me ha permitido más libertad, arriesgarme mucho más. La bodega en la que trabajo tiene otra producción, más responsabilidad, clientes a los que tienes que enviar vino, no puedes fallar.

¿Planea aumentar la producción?

Lo que intento es ser honesto, vender el vino que tengo, no producir más  para poder sacar más rentabilidad. Además, me gusta que el proyecto sea tan personal porque me permite mantener el control de absolutamente todo el proceso. Si me metiese en algo más grande, no podría atenderlo, mi tope está en 5.000 botellas.

¿Y habrá un tercer vino?

Sí, estará en breve a la venta, creo que en el mes de marzo. Será un tinto pero no puedo adelantar mucho más.

¿Dónde se pueden probar sus vinos?

En Galicia, que es lo que nos queda más cerca, hemos escogido muy bien los sitios en los que está, son pocos restaurantes pero elegidos.