Bodega Finca Míllara

Entrevista a Fernando de Santiago, propietario de Finca Míllara

“Me hizo falta convencer a quinientos gallegos para dar comienzo al proyecto de Finca Míllara”

En el ayuntamiento lucense de Pantón, Fernando de Santiago nos hace un recorrido por la Finca y sus viñedos. El resurgir de las viñas de Balboa, de entre bosques y maleza, comienza en 1997. Un proyecto que ha incluido, también, la rehabilitación de la aldea medieval de A Míllara. Situadas en una ladera que desemboca en el cauce del Miño, las cepas de la Ribeira Sacra crecen y producen 130.000 botellas que se exportan mayoritariamente a los Estados Unidos, pero también a Europa, China y Malasia. Hoy Raúl Pérez, considerado como uno de los mejores enólogos del mundo, es el encargado de la línea más moderna de los vinos de esta bodega.

¿Cómo surge la idea de crear la bodega?

Siempre tuve la ilusión de hacer un vino en Galicia y tinto, porque ya hay mucha gente que hace blancos y que los hace muy bien, en ese campo creo que no iba a aportar nada nuevo ni especial. Pero llevo dedicándome al mundo del vino, como comerciante, casi cuarenta años y siempre he pensado que la Ribeira Sacra tiene un potencial enorme, creo que es la Borgoña española: vinos atlánticos, suaves y elegantes. Así que buscando sitios singulares y bien orientados encontré esta finca, en el año 1996. A Mïllara, por entonces, estaba completamente abandonada. La viña ubicada en Balboa, y colindante a la aldea, estaba hecha un bosque de madroños, cerezos y alcornoques. Así que empecé muy poquito a poco… No sabía muy bien lo que iba a hacer, así que empecé poco a poco. Primero compré una casita y 10 años después, y tras convencer a quinientos gallegos y comprarle a familias completas esparcidas por todo el mundo, desde Buenos Aires, a Suiza, Alemania, Barcelona y hasta Madrid, conseguí hacer una gran propiedad y empezar este proyecto. A veces no es fácil poner de acuerdo a tanta gente, no es fácil poner de acuerdo a las familias, pero los quinientos gallegos, todos ellos se han portado muy bien. Por encima de la legítima aspiración a cobrar lo suyo, no cabe duda que todos entendieron que era una cosa buena, que era una cosa que iba a resucitar el pueblo, que iba a resucitar las viñas y muy gustosos dieron todo tipo de facilidades para que esto se pudiera llevar a cabo, sin renunciar a lo suyo. Y creo que, como en este caso, si no tienes el conjunto completo es como si tuvieses un puzle y te faltasen piezas. Así en siete años, con dos excavadoras y 9 hombres trabajando todos los días, pusimos 140.000 metros cuadrados a producir.

La idea ha incluido la rehabilitación de la aldea de A Míllara como proyecto privado, ¿no es así?

Así es. Éste es un proyecto privado en dos sentidos: Como negocio con la bodega, para poner en valor una viña que estaba desaparecida y crear riqueza en la zona, a través de una empresa privada, propiedad de los accionistas. Y por otro lado recuperamos la aldea de A Míllara, un pueblo medieval del siglo XV o XVI, que estaba derruido y que se ha rehabilitado, pero como segunda vivienda. Sus propietarios, ¡todos ellos gallegos!, son residentes en distintos puntos de España, buscan paz y tranquilidad, relax, descanso, valoran la naturaleza y la harmonía que proporciona la Ribeira Sacra y eso está reñido, totalmente, con un tema turístico y de visitas. Eso no quiere decir, por otra parte, que nosotros en la bodega no recibamos visitas, ya que si que la tenemos abierta todos los fines de semana por las mañanas y recibimos a todo el mundo que quiere venir y lo atendemos lo mejor que podemos.

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¿Cuántas botellas de vino se producen en Finca Míllara?

Producimos alrededor de 140.000 kilos de uva, lo que supone unas 130.000 botellas aproximadamente. Son unos 6.000 kilos por hectárea, a base de rendimientos de 1,5 kilos por cepa, rendimientos muy cortos, muy por debajo de lo que fija el Consejo Regulador. Elaboramos solo lo que producen nuestras propias cepas. La bodega está enclavada en la misma finca, por tanto no hay deterioro en el transporte. Las vendimias son todas en cajas de 15 kilos. Se enfrían las uvas antes de elaborar el vino. Es un proceso artesanal a base de fermentaciones largas y remontados. No se filtra, sino que es todo por decantación. Y una vez pasada la fermentación maloláctica, los vinos que van a barrica pasan a barricas francesas, con un máximo dos años de uso. Hacemos, pues, un vino de finca, solo producción propia. Tenemos producciones pequeñas, no podemos vender grandes cantidades, pero si esperamos consolidar ciertos mercados, ya que, para nuestra satisfacción, estamos vendiéndolo muy bien el extranjero. Antes esta zona exportaba emigrantes y ahora exportamos vino, fijamos empleo y creamos riqueza.

 

¿A dónde se exportan sus vinos?

Finca Míllara exporta mucho vino a Estados Unidos, que es nuestro mercado más fuerte, y a toda Europa, Alemania, Suiza, Suecia, Dinamarca, Inglaterra y ahora Polonia. También a China y a Malasia.

 

En 2007 salió su primer tinto al mercado con el mismo nombre de la bodega. Hoy conviven en ella, también, Lagariza, Beterna y ¿cuántos más?

En esta bodega existen dos líneas de vinos: Una clásica, en la que priman la fruta, el color y la concentración. Está encabezada por Finca Míllara, un vino de doce meses de barrica francesa nueva, le siguen Beterna, un vino de barrica de 6 meses y un vino de cosecha que se llama Lagariza. Todos ellos se hacen despalillando la uva, es decir eliminando el raspón con la maquinaria más moderna. Los nuestros son vinos concentrados, con color, con grado y equilibrados. Entendemos que la concentración es fundamental, por ello son vinos de pago, de finca, como un Château francés. Con la incorporación de Raúl Pérez a nuestro equipo, hacemos otra línea más novedosa y moderna que ya empieza a dar sus frutos. En ella no hacemos despalillado, sino que seguimos el sistema antiguo: Los racimos se pisan y se elaboran en fudres de entre 5.000 y 6.000 kilos de capacidad. Los fudres son depósitos semitroncocónicos de madera de roble francesa. Las uvas se seleccionan muchísimo, tanto en la finca como posteriormente en las mesas de selección y no se despalillan. Se pisan y fermentan con el raspón. No se remontan o muy poco. Estos son vinos con menos color, con un toque vegetal, más ligeros, elegantes y semejan a los Borgoñas Premium. Aquí entran Ribera de los Naranjos, Bancales de los Alcornoques, La Perdición y El Prohibido. Además, hemos hecho un Godello con cepas de 80 años, fermentado en barrica y que está añejando con sus lías, lías finas. Le daremos diez meses de crianza.

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¿Cuándo empezó la intervención de Raúl Pérez, como enólogo, en la bodega?

Raúl Pérez empezó con nosotros el año pasado. A principios de 2015 ya se encargó del control de campo de toda la cosecha, de los tiempos de tratamientos fitosanitarios, etc. Asistió a la vendimia y a la elaboración. Es el que marca las directrices junto con nuestro bodeguero Cuco Luna.

 

Si tuviera que escoger uno de sus vinos, ¿con cuál se quedaría?

¿Puedo escoger dos?… Escogería el Finca Míllara, de la línea clásica, y escogería un vino que hemos sacado nuevo, de la línea moderna, que se llama Cuco. Es un vino del que solo hemos hecho 300 botellas, una barrica monovarietal 100% de Souson, de cepas centenarias. Es un vino con unas torres de mineralidad, de fruta y elegancia, de barrica a estrenar. Tiene 14,5 grados y una acidez también muy alta, un siete, lo cual es perfecto porque le asegura una longevidad enorme y como vino de guarda va durar mucho, pero sobre todo va mejorar.

 

¿Cuáles son los planes a futuro para Finca Míllara?

Desarrollar lo que estamos haciendo, mejorarlo, perfeccionarlo y aprender. Creo que la línea está ya marcada, esto tampoco es una fábrica de vinos, como es natural pues da lo que da y si no damos más que 130 o 140.000 botellas no podemos inventarlas. Queremos estar en la vanguardia de las novedades y queremos estar en la vanguardia de la tecnología, pero la mejor vanguardia es la naturaleza del suelo que tenemos, privilegiado porque es un suelo de pizarra oxidada y que nos da las mejores uvas.