Bodegas Albamar

Entrevista a Xurxo Alba, propietario de Bodegas Albamar

«Intento ser lo más respetuoso posible con la materia prima, ese es mi objetivo y el pilar sobre el que se sostiene esta bodega»

Joven, inquieto y con las ideas muy claras, así es Xurxo Alba, propietario de Albamar. Heredero del amor de sus padres por el mundo del vino, en 2006 decidió profesionalizar la bodega familiar y desde ese momento no ha perdido ni un minuto. Con una producción de más de 60.000 litros, los vinos de Albamar se pueden encontrar desde Nueva York a Japón, pasando por Holanda, Rusia o Italia, todo un hito para esta pequeña bodega de Cambados que basa su éxito en una viticultura natural, en sintonía con el medio.

-¿Cómo empezó la relación de su familia con el vino?

Mi padre se dedicaba a la construcción de toda la vida y se dio la casualidad de que en la empresa en la que trabajaba quebró y como por parte de mi madre, que es de Castrelo, había tierras por herencia, se dedicó a plantar a hacer reconversión y empezó a dedicarse a esto. Siempre fue un apasionado de la viña, lo sigue siendo, sigue yendo todos los días. En ese momento, te hablo de hace 25 años, elaboraban vinos pero sin etiqueta. Cuando yo decidí , después de cursar la EGB, hacer un ciclo de Formación Profesional no tenía muy claro qué hacer y fue un profesor el que me ayudó al preguntarme en un momento clave qué era lo que realmente me gustaba y ahí lo vi claro, quería dedicarme a esto. Él fue el encargado también de buscarme un centro donde se estudiara viticultura y enología, que aún existe. Hice allí la formación profesional y al acabar me fui a Lugo e hice Ingeniería. Al terminar mis estudios, empecé a trabajar en una asesoría y en el 2006 decidí poner en marcha mi propio proyecto y di de alta la bodega de mis padres. Ahí empezó este camino.

¿Fue ese el año de nacimiento de Albamar?

Sí, ahí echó a andar la bodega y empezamos con un único vino, el Albamar. En el año 2010 salimos al mercado con Pepe Luis, un vino de barrica, el Alma de Mar, que es un vino que hacemos con «batonnage», y sacamos también el Fusco, un Mencía de Ribeira Sacra. A partir de ahí, en 2012 pusimos en el mercado el Finca Pereiro, que procede de una viña plantada en ‘espaldeira’ en 2004 en suelo de arcilla, y así fue como en unos pocos años fuimos aumentando la producción y los vinos de Albamar.

Producen Albariño y Mencía, vinos muy diferentes, ¿se puede hablar no obstante de un denominador común?

Lo que intento en todos mis vinos es ser lo más respetuoso posible con la materia prima, ese es mi objetivo, mi plan y el pilar sobre el que se sostiene esta bodega. A mí me gusta diversificar, hacer un montón de cosas y por ejemplo en el Alma de Mar decidimos utilizar el «batonnage», mientras que en el Albamar se respetó la elaboración clásica. Y en el Pepe Luis apostamos por crianza en barrica, como hacía mi padre, antes de que se pusiera de moda el acero inoxidable…

¿Y cómo pasa uno de unos viñedos en Cambados a elaborar un Mencía en Ribeira Sacra?

Si hay algo de lo que puedo presumir es de hacer lo que realmente me gusta, disfruto haciendo lo que hago y en absoluto me tomo esto como un trabajo. Me hacía ilusión elaborar un tinto y como aquí está difícil, a través de un contacto me fui a Ribeira Sacra y empecé a trabajar allí.

¿Se plantea elaborar vinos en alguna otra Denominación de Origen gallega?

No sólo me lo planteo sino que ya lo he hecho. Este mes de julio saldrá el primer vino de Valdeorras de la bodega Albamar.

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¿Dónde están vendiendo sus vinos?

En el último año y medio hemos dado un importante salto en lo que se refiere a la exportación. Antes nuestro mercado era básicamente el nacional y ahora mismo, por ejemplo, estoy ultimando un pedido para Rusia. Ya vendemos en Colombia, a Japón ya hemos hecho tres envíos y Nueva York es el mejor mercado que tenemos ahora mismo. En breve también enviaremos vino a Inglaterra, y desde hace un año estamos en Bélgica, Holanda, Francia, Italia…

¿Qué producción tienen actualmente?

En torno a los 50.000 litros de Albariño, aunque esa cifra varía un poco dependiendo del año. De Mencía este año fueron 15.000 litros, lo que es de destacar ya que empezamos con 2.500 litros.

La imagen de sus vinos fueron Floreano y Moncha, ¿Cómo surgió la colaboración con el humorista gráfico Gogue?

Fue a través de un amigo que tenemos en común, pero esta historia ya acaba este año. Quería darle un nuevo giro y la nueva línea saldrá este mes de julio y es una especie de homenaje a mis padres «Con Pai» e «Con Nai», un Albariño y un Mencía.

¿Y entre tanto vino, y tan diferente, podría quedarse sólo con uno?

Personalmente el que más me gusta es Albamar y cuando lo digo sé que choca un poco porque es el vino de mayor volumen. Soy una persona de trago largo, me gusta beber y creo que el Albamar es el vino más versátil, el más fácil de beber, no se hace nada pesado. Y eso es lo que busco en vino. Después, como complicidad, pues me quedaría con el Pepe Luis, por cariño, porque es un homenaje a mi hermano y porque intenté desde el primer momento darlo todo en ese vino para que fuera especial, complejo en todos los sentidos.

¿Y algún proyecto más en mente, aparte de todos los que nos ha contado?

No, por el momento ya tengo suficiente (risas). Me hacía ilusión el Godello porque me gusta mucho esa variedad y ya llevaba tres años intentándolo, pero Valdeorras está en auge y es muy difícil entrar. Tenía ya la uva comprada y para encontrar una bodega para elaborar tuve que dar muchas vueltas, afortunadamente conseguí trabajar con una por mediación de una amistad.