Tintos de Rías Baixas, Lo bueno nunca estuvo tan cerca

No son demasiados los viticultores y/o empresarios de Rías Baixas que decidieron en su día mantener las variedades autóctonas para elaborar vinos tintos de calidad en una D.O. como Rías Baixas, conocida en el mundo por sus blancos elaborados con Albariño. Pero aún siendo pocos, los que optaron por este camino se mantuvieron  firmes en los momentos más difíciles y hoy en día empiezan a saborear la miel del triunfo, el reconocimiento público a unos tintos frescos, de poca graduación alcohólica y muy personales. Unos vinos que responden perfectamente al perfil que se demanda actualmente y, lo que es más importante, cuya evolución en botella es tremendamente positiva “y sorprendente”, aseguran. Los tintos de Rías Baixas ya son un secreto a voces entre críticos, expertos y consumidores.

Para empezar, Antonio Méndez Rodríguez, socio y gerente de Señorío de Rubiós, aclara que “Rubiós ha sido, es y será durante mucho tiempo un referente en tintos dentro de la Denominación de Origen Rías Baixas”. Y en buena medida esto se debe, señala, a que cuando se inició la D.O. y empezó el Albariño a despuntar, “incluso aquí, en el Condado-Paradanta, la gente empezó a cortar variedades blancas como Treixadura, Loureira, Godello o Torrontés para reinjertar o hacer plantaciones nuevas con Albariño”, pero “afortunadamente en Rubiós, como vendían muy bien el tinto, sobre todo en zonas costeras, no hicieron ningún movimiento en este sentido y  dejaron las variedades que tenían”.

Recuerda, así,  el trabajo de grandes viticultores de la zona como Manuel D’Amaro, “un hombre que iba 20 años por delante del resto en agricultura y viticultura y que, pese a varios intentos con otras variedades tintas, finalmente volvió a lo que funcionaba bien en esta tierra, la Sousón”.

En Rubiós, las variedades tintas son autóctonas como la citada Sousón, o la Espadeiro, la Caíño Tinto, la Loureira Tinta, la Brancellao y la Mencía, una uva ésta última que, como nos explica Antonio, “antes había poca, pero en la que ahora bodegas como la nuestra confían y se han hecho nuevas plantaciones”.

Para el gerente de Señorío de Rubiós, el problema que presentan los tintos de la zona es que las variedades no están plantadas en orden. En este sentido, apunta que “en una misma finca puede haber siete variedades tintas todas mezcladas y, a la hora de vendimiar y seleccionar  la uva, resulta todo un poco más difícil”. Por ello, a partir de los años 2005 y 2006, cuando empezó la bodega a funcionar, “todo lo que se plantó nuevo ya fue por variedades, seleccionando los terrenos y buscando el tipo de cepa idóneo de portainjertos para esa parcela”, añade.  Antonio Méndez explica que para los socios de la bodega es muy importante el legado de esas variedades tintas, “las que nos dejaron nuestros abuelos y nuestros padres”, y procura mantenerlo con diferentes iniciativas.

El portavoz de Señorío de Rubiós destaca que los tintos de Rías Baixas eran, hasta ahora, los grandes desconocidos dentro de los vinos gallegos y se muestra convencido de que “van a ser de los vinos más frescos de España, incluso más frescos que los propios blancos”. De hecho, dice que “lo que más está sorprendiendo a sumilleres, Masters of Wine y a los jefes de sala de grandes restaurantes es que nuestros tintos responden perfectamente el perfil de vino que buscan hoy los nuevos bebedores: no son muy altos en graduación alcohólica y sí son mayoritariamente altos en acidez y muy frescos”. Por lo tanto, considera imprescindible “mantener la tipicidad de nuestros vinos, que sigan marcando mucho la fruta que tienen  dentro”.

En Señorío de Rubiós, afirma, “cuidamos mucho el hecho de que los vinos mantengan su tipicidad, que tengan su personalidad, que no se parezcan a ninguno. Y por ello seguiremos investigando en viticultura, tratando de hacer los mejores vinos porque aún nos queda mucho por aprender”.

Convencido de  los tintos de Rías Baixas tienen un gran futuro, explica que el gran momento actual se debe a que “desde el primer momento, en las ferias internacionales a los importadores les llamaron la atención nuestros tintos. Nos pedían muestras para hacer catas con sumilleres o con distribuidores locales y empezamos a animarnos al ver que realmente estos vinos podían tener futuro”. De hecho, explica que los primeros años a nivel nacional fueron muy duros: “No entendían los tintos de Rías Baixas, incluso en Galicia. Pero la respuesta tan positiva que teníamos en el mercado internacional nos ayudó a mantenernos fuertes. Y hoy puedo decir que resistir fue un gran acierto porque en los últimos 10 años, en Rías Baixas se pasó de 7 u 8 marcas a más de 40 en estos momentos”. Una tendencia de crecimiento que seguirá en los próximos años, según Antonio Méndez, que se muestra convencido de que “dentro de un año, superaremos las 70 marcas”. Prueba de ello es que en Señorío de Rubiós tienen peticiones para hacer cinco vinos nuevos de otras bodegas,  “que quieren saber cómo responde el mercado a un tinto Rías Baixas en su catálogo”.

“El tiempo nos está dando la razón”

Señorío de Rubiós está formado por 102 socios y compra la uva para elaborar sus productos a más de 200 viticultores: “Desde el primer momento, nuestro proyecto pasaba por apoyar al viticultor pequeño, el que tenía ‘castes’ que estaban en extinción y nadie apostaba por ellas. Al que, hasta ese momento, le resultaba muy difícil vender la uva”.  De hecho, añade, “para esta vendimia acabamos de rescatar entre 20 y 30.000 kilos de variedades blancas para nuestro Condado”.

Uno de los primeros viticultores en apostar por los tintos de Rías Baixas fue Rodrigo Méndez, de Bodegas Forjas do Salnés. En su caso, asegura que su decisión se debió a que en el Salnés   “tenemos variedades autóctonas desde hace muchísimos años. Antes del Albariño, lo que había en esta zona era tinto, como queda demostrado en los datos que hay y en lo que te cuentan los mayores”.

Su familia fue de las que se decidió a conservar las variedades plantadas frente a la moda de aquella época de arrancar y plantar Albariño. De esta forma, explica, “en el año 2005, bajo el amparo de la Denominación de Origen, empezamos a vinificar de nuevo estas variedades en las fincas de mi familia y a recuperar otras fincas y parcelas de otra gente, plantando esas variedades con la idea de recuperar la tradición y la historia de nuestra zona”.

El tiempo les ha dado la razón y el éxito de su iniciativa empresarial, Forjas do Salnés, les ha llevado a tener en el mercado alrededor de 8 marcas de vinos tintos. Pero la de Rodrigo Méndez no ha sido la única experiencia en este sentido: “Nuestros tintos han aumentado considerablemente en los últimos años. En 2005, en el Salnés sólo éramos cuatro o cinco bodegas las que elaborábamos tintos  y hoy en día hay 25”.  Una apuesta por los tintos que no sólo se reduce a las Rías Baixas: “Si nos vamos al resto de Galicia, ya ni te cuento. Ribeira Sacra en tintos es una zona que está en pleno auge y al Ribeiro también le va muy bien… En general, Galicia es hoy en día un referente tanto en vinos blancos como en tintos. La gente está mirando mucho hacia lo que hacemos los gallegos”.

A pesar de estos buenos resultados, Méndez reconoce, al igual que otros viticultores, que sus tintos tienen más éxito fuera de Galicia que dentro. “Y la verdad es que no sé por qué, pero principalmente vendemos en Madrid, Barcelona y en otros países como Estados Unidos y Japón, que fueron los primeros en apostar por nuestros vinos”, se

Vinos de corte atlántico, muy frescos y que evolucionan muy bien

En lo que se refiere a las  características que definen a estos vinos, el responsable de Forjas do Salnés comenta que “en líneas generales, los tintos gallegos son vinos de un corte muy atlántico, muy frescos. La mayoría no llega a los 13º y el consumidor demanda mucho este tipo de vinos”. El motivo es, según especifica, “que son fáciles de beber, se comportan muy bien con los maridajes y combinan muy bien con cocinas como la asiática, por ejemplo, porque tienen una acidez muy buena”.

En esta línea, considera que una de las grandes cualidades que tienen los tintos gallegos, “y que no se conoce tanto”, es su evolución en botella. En España, detalla, hay muy pocas zonas, quitando Rioja, Priorato o algún Ribera, cuyos vinos los puedas beber con  20 años de botella. En este sentido, considera que Galicia es la gran desconocida y que “esa va a ser nuestra carta de futuro para aumentar aún más el prestigio de estos vinos”. Para confirmar este hecho, cuenta que en Forjas do Salnés están abriendo vinos que elaboraron en 2005 “y aún no han llegado ni a la mitad del recorrido que pueden dar. Les quedan muchos años de vida y eso es lo que en el futuro nos va a situar en el mapa”.

Abordamos también con Rodrigo Méndez la influencia del cambio climático en las variedades autóctonas: “Ha afectado a la uva tinta y, de hecho, en los últimos años hemos notado que hay que vendimiar antes y que la uva madura mejor. Tenemos menos problemas”. Este beneficio “a corto plazo” se puede volver en contra en el futuro “ya que la clave de los tintos de aquí es que somos un territorio diferente y el clima es uno de los factores que nos ayudan. Así que, como siga en aumento la temperatura, cada vez nuestros vinos se van a parecer a los de otras zonas”.

Sobre la incomprensión de otros viticultores hacia el tinto local, reconoce que “cuando  nosotros decidimos volcarnos en los tintos hace doce años, lo tuvimos muy claro, aunque es cierto que a algunos les pareció, cuando menos, extraño”. Y señala asimismo que no fue una decisión fácil porque “aunque en esta zona se elaboró tinto desde siempre, no teníamos antecedentes ni histórico de vinificación, algo impensable con los Rioja o los Ribera. Sabíamos cómo se hacía pero no teníamos datos exactos. Tuvimos que iniciar el trabajo casi desde cero y empezamos a hacer prevendimias para que los vinos madurasen mejor, algo que a la gente le extrañaba un montón”, afirma entre risas.

Que los vinos estén buenos y que se vendan bien son dos buenos indicadores de que el trabajo que emprendieron viticultores y bodegas es el correcto: “Se decía que ésta no era zona para tintos, que era zona de blancos. Pero junto con alguna otra bodega más, nosotros insistimos y aquí estamos hoy en día”.

“No son vinos que saturen”

Desde el punto de vista de José Luis Aragunde , sumiller y empresario de hostelería, lo que ha pasado en los últimos tiempos tiene que ver con que “el perfil de los vinos tintos que estamos haciendo es el que está de moda. Estamos en el punto de mira de la gente del mundo del vino porque encajamos muy bien con lo que se está demandado en este momento”.

Aragunde se refiere a los tintos de Rías Baixas, “pero también a los de Galicia en general. Porque si bien tienen sus diferencias, el concepto abarca todo lo que son los vinos atlánticos, que son los de Rías baixas, Ribeira Sacra e incluso, Ribeiro”, señala.

Y estos vinos que busca la gente responden a una serie de características que no nos son ajenas: baja graduación alcohólica “y muy buena acidez, lo que le da mucha frescura y provoca que te bebas un vino y te apetezca tomar otro. No son vinos que saturen”.

Otro de los motivos que hace que los tintos de Galicia empiecen a ser un referente es que, según señala el sumiller, “en Galicia estamos utilizando variedades que son originales. La gente se estaba empezando a aburrir de las de siempre y quería probar otras cosas. Y nosotros tenemos la Espadeiro, la Caíño, la Loureiro, incluso la Mencía, que es una variedad más conocida que las otras pero que muchos están empezando a descubrir”.

Sobre la Mencía, reconoce que ahora hay grandes vinos elaborados con esta variedad, muy bien puntuados por las guías y por las revistas especializadas: “Te puedes encontrar con que hay algún vino de Mencía puntuado en la lista Parker con más puntos y con un precio más alto que un Vega Sicilia, por ejemplo. Los que está haciendo Palacios en el Bierzo con Mencía, por ejemplo,  tiene 98 puntos y la botella está en 800 euros. Y éste es otro detalle en el que la gente se fija”.

Por su experiencia en la vinoteca Ribeira de Fefiñáns y en su tienda en  Cambados, “los vinos que se demandan ahora son más fluidos, más fáciles de beber”. También destaca que en Galicia se ha mejorado mucho la manera de vinificar: “Antes se cultivaba más o menos bien, pero se vinificaba mal, no existía lo que es la microoxigenación, no se utilizaban barricas… Los vinos muchas veces estaban sucios y ésa era una connotación negativa”. Y para Aragunde, “en todo este proceso ha sido muy importante la labor de ciertos enólogos que han marcado la pauta y han visto que hay otras formas de elaborar, fijándose en Borgoña, Ródano y otras zonas de Francia e Italia. Y de hecho, nos encontramos en las catas con muchas similitudes de vinos de ciertas zonas de Galicia con zonas de Francia”.

También con este reconocido sumiller y empresario  hemos hablado de cómo afecta el cambio climático a los viñedos de Galicia: “Desde hace unos años, la temperatura ha subido mínimo un grado y eso se ha notado. Antes, los tintos de ciertas variedades como Caíño o Espadeiro difícilmente superaban los 11 ó 10 grados. Ahora, están ya en los once y pico, incluso algo más. Así que el cambio climático es otro factor que ha influido bastante”.

Los países de referencia para los tintos son Francia o Italia, señala, aunque confiesa  que “a mí me están gustando mucho los vinos portugueses. Son unos vinazos. Y no sólo me refiero a los vinos de Oporto o de Madeira. Hay zonas que me encantan como Dao, donde las variedades se parecen bastante a Galicia”. De hecho, afirma, “es un perfil de vinos similar y en las catas ciegas te das cuenta de que hay como un triángulo entre Dao, Ribeira Sacra y Ródano Norte. Es muy difícil diferenciarlos”.

Para concluir, José Luis Aragunde advierte de que “aún hay mucho por hacer con los vinos gallegos, también con los blancos”. Y recuerda que esta tierra hace 50 años era zona de tintos, no de blancos, “pero cuando se empezó a pagar tanto por la uva albariño, la gente arrancó tinto. Fue una pena y no debe volver a pasar”.

“En Rías Baixas somos unos incomprendidos”

Por su parte, Eulogio Pomares, enólogo viticultor, se hizo con las riendas de la Bodega Zárate en el año 2000 y decidió seguir cultivando las variedades que había en su casa, “al igual que en toda la comarca del Salnés. El Albariño, hasta la llegada de la D.O. Rías Baixas, era una variedad minoritaria en la zona y el cambio se produjo por el éxito comercial de esta uva, lo que provocó una gran reconversión varietal”. No obstante, afirma que en Zárate nunca se replantearon cambiar: “Siempre tuvimos claro que había que mantener el patrimonio de variedades locales o autóctonas como Espadeiro o Caíño Tinto, principalmente”.

A nivel comercial, la primera cosecha que sacaron al mercado con estas variedades tintas fue la de 2009, “porque antes ya se elaboraba, pero casi para el autoconsumo”. Y aunque reconoce que la idea de sacar tintos al mercado fue un poco arriesgada en su momento, también asegura que “el éxito fue casi inmediato, tanto en el mercado español como en la exportación. E incluso los críticos más seguidos o mejor considerados, como Parker, siempre valoraron muy bien nuestros tintos, otorgándoles las mismas puntuaciones que a nuestros albariños”.

Al igual que muchos de los entrevistados para este reportaje, Pomares confirma que, a pesar de ser vinos gallegos, en Galicia  fue un poco más difícil entrar, sobre todo de cara al público final: “Ahí nos ayudaron bastante los restaurantes, los chefs jóvenes como los del Grupo Nove y los sumilleres de esos restaurantes y vinotecas al utilizar en sus maridajes nuestros vinos. Eso nos ayudó a dar a conocer nuestro producto”.

En este punto, reconoce que el consumidor local, cuando consume tinto, está pensando en Rioja o Ribera y no en Galicia. Por esa razón fue más difícil llegar a este mercado. Pero, aclara, “eso fue al inicio. Hoy en día, nosotros tan pronto como sacamos la nueva añada, aunque nuestra producción ciertamente sea pequeña, te puedo decir que se agota en cuestión de días”.

En  relación a los mercados en los que Zárate está vendiendo mejor sus tintos, su enólogo señala que “no tenemos uno en concreto para el tinto. El mismo que nos compra el Albariño, también nos compra los tintos, ya sea en Cataluña, Madrid, Reino Unido, Australia o Estados Unidos”. En lo que también coinciden sus compradores es en que se trata vinos que sorprenden: “Están de moda los tintos llamados atlánticos -aunque creo que es un poco discutible lo de vinos atlánticos-, con un perfil de graduación alcohólica baja, frescura, mineralidad, sin maderas nuevas…”. Son características, señala, actualmente muy bien valoradas en el mercado.

Coincide Pomares en que los blancos y los tintos gallegos presentan cualidades similares y no cree que en los tintos sea más difícil alcanzar tales características: “Sí creo que muchas bodegas grandes o cooperativas de la D.O. Rías Baixas no  han apostado por los tintos. Con el gran éxito comercial que tuvo el Albariño, se quedaron ahí y no se decidieron a dar el paso adelante”.

“Casi todos los que estamos elaborando tintos en Rías Baixas somos productores con el mismo perfil: proyectos  más o menos nuevos, de viñerones, o de personas que trabajamos en viña y bodega. Y somos pocos, entre 5 y 10”. En este sentido, señala que “dentro de la D.O., somos un poco incomprendidos, aunque es una opinión muy personal”.

Eulogio Pomares sabe que queda mucho camino por recorrer: “Estamos en el inicio todavía y no podemos olvidarnos de que una variedad tan particular como la Espadeiro, por ejemplo, está considerada como en riesgo de erosión genética por parte de la Consellería se Medio Rural. Es decir, que si no se protege, desaparecería”. Y es que estamos hablando de una producción anecdótica, que “debe de estar por el 0,2 o 0,3% del total de la uva de la D.O. Rías Baixas”.

Cuando se le pregunta si hay más interés ahora que hace unos años en cultivar uva tinta, Pomares reconoce que sí: “La gente cambió las variedades en los años 2000 y 2001 por el precio de la uva, cuando el Albariño se pagaba muy bien. Era una locura lo que pagaban. Por eso muchos se animaron y cambiaron las variedades tintas por Albariño”. Asimismo destaca que otro factor a tener en cuenta es que la uva tinta en Rías Baixas es más cara de producir y que por eso debería pagarse más por ella: “Si es así, el viticultor  estaría encantado de seguir con el tinto. El problema es si no tiene a quién vender la uva”.

De su formación y sus viajes a Francia, aprendió sobre todo dónde hay que estar para hacer un buen vino: “Se valora mucho el viñedo. Allí pasan un 90% del tiempo en la viña y un 10% en la bodega y aquí quizás fue un poco al revés”.

Actualmente, Eulogio Pomares compagina dos proyectos: Zárate, la propiedad familiar bajo cuya marca se comercializan tres tintos, y un proyecto personal en el que elabora, bajo su nombre, otros tres. “Bajo el amparo de la D.O. Rías Baixas, los tres vinos tintos que hago son monovarietales, aunque en mi mente está hacer un plurivarietal. Pero para eso necesito tener un poco más de producción”. Con ese fin, nos cuenta que desde 2011 ha replantado y buscado las parcelas antiguas en las que se cultivaba el Espadeiro, “porque siempre consideré que el viticultor antiguo era realmente inteligente. Ponía cada cultivo en el lugar más adecuado para  obtener la máxima calidad, cosa que hoy no ocurre”. Cuando estas pareclas recuperadas empiecen a producir, lo tiene claro: “Haré un tinto plurivarietal”.

El futuro ya está aquí

Todos los que han participado con su experiencia y conocimientos en la elaboración de este reportaje coinciden en que los tintos gallegos, concretamente los de Rías Baixas, tienen aún mucho que demostrar. Pero las buenas críticas y el respaldo de los consumidores harán que triunfen en España como ya lo están haciendo en muchos países de Europa y en Estados Unidos. Su personalidad y, sobre todo, la frescura inesperada que presentan son sus mayores reclamos para lograr este esperado éxito.