Adega Luis Anxo

Entrevista a: Luís Anxo Rodríguez Vázquez Colleiteiro

«No presumo de hacer una viticultura ecológica, pero sí lo más respetuosa posible»

 

Propietario de una pequeña bodega familiar, de colleiteiro, Luís Anxo Rodríguez elabora vinos que cuentan con numerosos incondicionales, no sólo en España, sino también en Estados Unidos y Francia, a donde destina buena parte de su producción. Desde el municipio de Arnoia, “una tierra especial”, y con variedades tradicionales de la zona, Luís Anxo emplea en la viticultura, tiempo, sabiduría y su pasión por las cosas bien hechas. De hecho, cuando las uvas no alcanzan la calidad que busca para sus marcas de alta gama, ese año sus vinos no ven la luz.

¿Es la tercera generación familia que se dedica a la viticultura?

En Arnoia el vino es una forma de vida, y la verdad es que no he investigado hasta dónde se remonta la relación de mi familia con la viticultura, pero seguro que va más allá de tres generaciones. Es una actividad que yo he vivido en casa, desde siempre.

¿Usted formó parte de un grupo que en el siglo XX intentó recuperar el vino del Ribeiro, perdido en aquel momento?

La pretensión no era elaborar un tipo de vino perdido, pero hay que saber que el Ribeiro, en el siglo XX sufrió una ruptura en relación a nuestra historia de siglos. De esta forma, a finales del siglo pasado, empiezo a  formar parte de un grupo de viticultores que intentamos recuperar no ya un vino perdido, sino una viticultura perdida, y fue algo que hicimos poco a poco. El siglo XX en esta zona y en otras fue nefasto, tanto en lo que se refiere a la sobreproducción, como a variedades como el Palomino… Había que romper con esa dinámica y recuperar el hilo de la historia.

¿Cuánto tardó en recuperar las variedades autóctonas y hacer el vino que quería?

La primera viña que planté fue en el año 1984, que era justamente la Viña de Martín, que era un monte que roturamos y plantamos. Empecé con esa viña y una producción muy pequeñita, paulatinamente conseguí recuperar algún viñedo más, cogiendo alguna finca abandonada, otras de la familia, otras compradas o permutadas. Así, empecé con una extensión de 2.000 metros y ahora tenemos más de 50.000. No es una barbaridad, sobre todo teniendo en cuenta que esto ha llevado 30 años y en un contexto difícil como éste para conseguir tierra. De las viñas plantadas en el 84, nuestra primera cosecha fue en  1988 y en el 89 se fueron incorporado viñas plantadas un año después, y así hasta ahora.

¿Con qué variedades trabaja?

Con las que había aquí tradicionalmente. En blancas, Treixadura, Lado, Torrontés  y Albariño, y en uvas tintas, Brancellao, Caíño Longo, Caíño Redondo y Ferrol. No tengo Mencía, es una variedad que aquí no era típica, me refiero a este pueblo en concreto.

¿Y por qué se decidió a elaborar vinos con roble francés?

Tienes que escoger entre roble francés y americano y aunque éste último lo he probado, creo que el francés se adapta mejor a nuestros vinos, integra mejor, marca menos. Diría que es mejor acompañante y pareja de baile que el americano.

Elabora vinos jóvenes y otros de reserva, ¿cuáles son los que tienen mejor acogida?

Los dos tipos de vino se venden bien, depende del  gusto de cada uno. Hay gente que valora más la frescura y hay gente que valora más la complejidad, los matices que le pueda aportar ese vino, y busca notas más especiadas, más profundas. Depende del  tipo de consumidor  y también del momento.

¿Qué le aporta la tierra de Arnoia a las viñas?

No lo sé, mi opinión es que, en general,  los vinos de Arnoia  son diferentes pero no sé qué factor influye para que esto sea así. No sé en qué medida es la tierra o si es el clima o la conjunción de varios elementos, pero sí sé que son vinos diferentes, son más cerrados, menos expresivos que otros al principio, y con ciertas ventajas al paso de los años.

Por lo que me dice no son vinos que enamoren a primera vista, pero que posteriormente conquistan 

Sí, creo que son más de profundidad que de primera impresión.

Usted ha apostado desde el primer momento por la viticultura respetuosa con el medio ambiente  

Es muy complicado, en mi caso no presumo de hacer una viticultura ecológica, pero sí lo más respetuosa posible. El hecho de no utilizar tratamientos anticriptogámicos, que son preventivos todos, es correr un riesgo demasiado grande. Ahora sí, el tratamiento del suelo y los herbicidas es una cuestión de dinero, de mano de obra, es una cuestión de que sale más caro, pero es posible, se puede trabajar sin herbicidas. Laborando a mano, como hacemos nosotros. Aquí para cinco hectáreas que tenemos estamos en seis meses al año, cuando hay vegetación, seis personas trabajando, y no tenemos las cosas perfectas, queda mucho por hacer. Podemos ser respetuosos con la tierra pero tanto como para correr el riesgo de no darle tratamientos preventivos,  no soy partidario. Hay años benévolos, pero por ejemplo este año hemos parado de dar tratamiento el 22 de junio, hace dos años también… Depende de las condiciones. Tenemos claro que hay que tratar lo menos posible, pero sin correr riesgos  que puedan hacer sucumbir a nuestra actividad.

¿Cómo fue este año la vendimia en esta zona?

Muy buena, perfecta en el sentido en que lo que pedimos en vendimia es que el tiempo esté seco y soleado, que es lo que nos permite coger las uvas cuando nosotros queremos, si viene la lluvia, todo son  problemas: el sabor de la cepa se diluye, puede aparecer la botrytis, los planes que tienes de vendimiar  en determinado día ya no valen…  El año fue muy seco, extremadamente cálido, sin embargo las uvas, sorprendentemente, estaban muy bien. Sin embargo, otros años que no hay tanta sequía, las uvas lo acusan más. No entiendo el por qué, pero es así.

A pesar del problema con el vino en el Ribeiro del que hablamos antes, en estos últimos años la zona ha vuelto a recuperar la credibilidad  y los vinos que salen de aquí son de los más demandados. ¿Como ‘colleiteiro’, ha notado también un aumento en las ventas?

No, es decir, cuando la gente hace diez años decía que lo vendía todo, a mí me costaba vender el vino. Después cuando decían que no se vendía nada, yo lo vendía igual que antes, es decir, no he notado esas fluctuaciones. En mi caso concreto siempre ha costado vender el vino, pero hemos conseguido cuadrar las cifras, vendiendo el vino con bastante dignidad, sin hacer rebajas, ni ofertas, ni nada de eso. Y ya llevo 30 años.

Pero lo que es cierto es que la zona ha recuperado el prestigio perdido

Sin duda, eso lo veo como consumidor, pero como vendedor nunca he notado que me afectara, ni para mal antes, ni para bien ahora. Es cierto que el prestigio del Ribeiro se ha recuperado gracias a la ilusión de alguna gente que ha apostado por hacer vinos de calidad, y se nota en la imagen que tiene ahora el público de lo que es el Ribeiro.

¿Cuántas marcas tiene ahora mismo en el mercado?

Ahora mismo tengo siete marcas, cuatro blancos y tres tintos. La producción total es de unas 35.000 botellas anuales y el 50% se vende en Galicia, otro 10% en el resto del España, y un 40% se va fuera, sobre todo a Estados Unidos y Francia.

¿Tiene en proyecto sacar algún producto nuevo para 2018?

Por el momento, no. Tenemos el tostado, con el que ya llevamos trabajando cinco años, y que aún no ha salido. Lo sacaremos al mercado cuando esté en condiciones y yo creo que aún puede tardar quizás un año más. Tenemos perfectamente delimitado cada uno de los vinos, las mejores uvas, las de los terrenos más típicos de aquí, lo mandamos a la gama “Escolma”, tanto en blanco como en tinto. Después tenemos la gama media, que es “Viña de Martín” y “A Torna dos Pásas”, y por último, están  aquellas uvas que no llegan a la exigencia de calidad que queremos, es decir, cepas jóvenes, cepas que tienen mucho rendimiento que no han madurado correctamente, todo eso va para una gama baja, que es “Eidos Ermos”. Por otra parte, tenemos una finca que no es propiedad, que es un alquiler, en Ribadavia, que es la única que no está en Arnoia, y también se hace aparte. Ese es nuestro criterio de selección de las parcelas y la calidad de las uvas.

¿A cuál de los vinos le tiene más cariño, al primero?

No, intentamos en todos los segmentos donde estamos hacerlo lo mejor posible. Y buena prueba de ello es que cuando un año es malo, no hacemos las gamas altas. Las cosechas 2013 y 2014, que fueron vendimias lluviosas, no se hizo el Escolma tinto. Sin embargo 2015 y 2016  fueron buenos y se hizo toda la gama. Esto nos permite mantener el perfil de calidad de cada una de las marcas.