La DO Empordà inicia un plan para potenciar la «caranyana» blanca, una de las variedades más históricas y singulares de la zona

El Consejo Regulador pone en marcha esta iniciativa después de que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación haya autorizado el uso de esta singular variedad del Empordà

El Empordà cuenta con 19 hectáreas de «caranyana» blanca, principalmente en la zona cercana al Coll de Banyuls, según un primer inventario elaborado por los técnicos de la denominación

Figueres_El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Empordà ha puesto en marcha un plan para potenciar el uso de la caranyana blanca -el nombre local que recibe la cariñena-, después de que esta histórica variedad de la zona haya sido autorizada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. La DO Empordà lleva años reivindicando la inclusión de esta variedad que por una anomalía histórica no fue incorporada en 1975 cuando se creó la Denominación de Origen Empordà. Hasta ahora, esta variedad no se podía usar en los vinos autorizados en la DO Empordà, ya que no estaba contemplada en el listado de variedades españolas y por tanto tampoco lo podía estar en la denominación. Sin embargo, desde hace años varias bodegas ampurdaneses elaboran vinos con esta variedad en pequeñas cantidades y de manera experimental.

La primera acción del plan ha consistido en inventariar los viñedos de «caranyana» blanca que hay en el Empordà. Según un estudio preliminar elaborado durante este año por los técnicos de la denominación, en el Empordà hay actualmente un total de 19 hectáreas de esta variedad que se concentran principalmente en torno al Coll de Banyuls, en la Sierra de la Albera. Las localidades de Espolla, Garriguella, Agullana, Sant Climent Sescebes y Massarac son, por este orden, los municipios donde hay más abundancia de viñas de «caranyana» blanca. De hecho, el Alt Empordà y el LLanguedoc-Roselló son las regiones que concentran la mayor parte de las cepas de esta variedad tan particular que es prácticamente inexistente en el resto de denominaciones catalanas o españolas.

 

Viñedos centenarios
Según el mismo estudio, la mayoría de viñedos de «caranyana» blanca del Empordà superan los cien años, una circunstancia que evidencia la vinculación histórica de esta variedad con la zona. De hecho, los viticultores ampurdaneses atesoran una larga experiencia y bagaje en su manejo. El informe del Consejo Regulador especifica también que hay una decena de bodegas ampurdanesas -un 20% del total- que cuentan con cariñena blanca a su viñedo.

El siguiente paso del plan de acción del consejo regulador será la creación de un distintivo que identificará los vinos monovarietales elaborados con «caranyana» blanca. Esta propuesta forma parte de una iniciativa que tiene por objetivo hacer valer los vinos monovarietales elaborados con las variedades tradicionales del Empordà: la «caranyana» negra, blanca y roja, y el «lledoner» -nombre local que recibe la garnacha negra, blanca y roja .

 

Tierra de «lledoners» y «caranyanes»
El Empordà es tierra de variedades históricas. El «lledoner» representa una tercera parte de la viña ampurdanesa con 572 de las 1.768 hectáreas plantadas. Destaca especialmente la garnacha tinta con 377 hectáreas, seguida de la blanca, con 88, y la roja, con 61. También hay otra variedad, la garnacha ‘peluda’, más minoritaria con unas 4 hectáreas plantadas. Las «caranyanes» tintas, blancas y rojas son la otra variedad más representativa del Empordà, con 402 hectáreas, es decir, el 22% de total. La denominación ampurdanesa puede presumir de una riqueza varietal exclusiva, ya que es una zona vinícola que produce todas las variedades de «lledoners» y «caranyanes».

 

Vinos singulares y con mucha personalidad
Hoy en día, las variedades autóctonas representan cerca del 65% de todas las viñas de la denominación de origen. El porcentaje de las variedades tradicionales no ha dejado de crecer en los últimos años gracias a la apuesta decidida de los viticultores ampurdaneses por el «lladoner», la «caranyana», el macabeo o el moscatel. Una tendencia que ha ido acompañada con la aparición de nuevos vinos monovarietales con uvas procedentes de una misma finca. Son propuestas de una nueva generación de viticultores y enólogos, con una buena formación y capacitación, que buscan vinos singulares y con mucha personalidad que sean un reflejo de la zona donde se producen.