República Checa, donde el vino brilla en territorio cervecero

Más allá de su fuerte y prolífica industria cervecera, la República Checa tiene un gran arraigo histórico y cultural vinculado al vino. Si bien ya habíamos estado en el país en dos ocasiones y visitado varias de sus regiones vitivinícolas, este año El Concours Mondial de Bruxelles (CMB) nos ha brindado la oportunidad de profundizar como nunca antes en los vinos, regiones y bodegas de República Checa. Desde la última vez que estuvimos en 2017 (visitando el mítico viñedo de Šobes en la región de Znojemská) han seguido evolucionando, aumentando en apenas tres años en 4 VOC (Víno Originální Certifikace), una suerte de DAC austríaco del que hablaremos más adelante. Gracias a los seminarios (dirigidos magistralmente por nuestro amigo Luboš Bárta), visitas a bodegas y degustaciones organizadas por el CMB, en apenas 5 días pudimos catar cientos de vinos de todas las regiones del país. Así con todo y dada su increíble diversidad de suelos y variedades, sentimos que el potencial que guarda República Checa en sus vinos es mayor del que podremos abarcar en 10 viajes como el realizado.

Por contextualizar su situación vitivinícola, actualmente la viña en el país se encuentra distribuida entre 1.313 viñedos, más de 850 bodegas, casi 18.300 viticultores y focalizada en dos regiones:

  • Moravia. Concentra el 96% del viñedo de República Checa con 17.421  ha.
  • Bohemia. Con el 4% del viñedo que suponen 647 ha. 

BREVE HISTORIA DE SU VITIVINICULTURA

Como en la mayor parte de Centroeuropa, la dinamización de la vitivinicultura llegó de mano de los romanos a partir del siglo III n. e., una vez que el emperador romano Probus derogó la ley impuesta por Domiciano que prohibía la plantación de viñedo en la mayor parte de las provincias romanas desde el siglo I n. e. (medida muy proteccionista pero quizás poco perspicaz para un imperio en expansión). En cualquier caso, habrá que esperar hasta la Edad Media para encontrar grandes pruebas que documenten una viticultura estable y con arraigo: desde herramientas para trabajar el campo y semillas (833–906 Gran Imperio Moravo), hasta donaciones de viñedo (1057 Bohemia, príncipe Spytihněv II), pasando por el extenso registro eclesiástico (1195 Znojmo; 1202 Cistercienses en Velehradě). Una fecha importante en la vitivinicultura Checa, fue el regalo que en 892 el príncipe moravo Svatopluk hizo al príncipe checo Bořivoj y a su esposa Ludmila para celebrar el nacimiento de su hijo Spytihněv: un barril de vino moravo. Es el primer registro en el que el vino tiene un papel relevante en la nobleza checa, dotando de gran valor simbólico a este producto.

Encontraremos el primer documento legislativo en el que se incluyen los viñedos y el vino en el Bergregal de 1281, el derecho histórico a la propiedad y regalías de la minería. Este documento aseguraba que el rey, el señor feudal, el dueño del viñedo y el trabajador de la viña así como el consumidor de vino tuvieran garantizados sus derechos y obligaciones. Pero sin duda uno de los grandes patronos del vino checo fue Carlos IV, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico entre 1355 y 1378, quien estableció leyes y reglamentos como la plantación de las colinas aledañas a Praga, exención de impuestos a viticultores o el veto a la importación de vino. Durante los siguientes siglos se van incorporando decenas de legislaciones locales y estatales que definirán los diferentes estilos y las regiones vitivinícolas.

Lamentablemente, a partir del siglo XIX, el abandono paulatino del campo y el cambio en los hábitos de consumo hacia la cerveza y otros licores, desplazan al vino. De esta manera el viñedo queda relegado a aquellos pueblos donde la elevada calidad de la uva justificaba su cuidado y manipulación. Hasta la llegada de la filoxera, era habitual denominar los vinos según el pueblo del que eran oriundos ya que los viñedos estaban configurados por un gran surtido de variedades adaptadas al territorio. Tras la Révokaz (filoxera), la mayor parte de los viñedos se plantaron con variedades únicas, perdiendo parte de su identidad y patrimonio genético. En 1930, la región de Moravia toca fondo con sólo 3.870 ha de viñedo plantadas y tras el estallido de la II Guerra Mundial (de la que aún quedan búnkeres abandonados custodiando las viñas), su crecimiento y evolución se vieron paralizados. Sin embargo, en la década de los 60 del pasado siglo, el enólogo austríaco Lenze Mosera moderniza los trabajos en el campo y sienta las bases de las primeras cooperativas y granjas estatales.

Con la entrada de la República Checa en la Unión Europea en 2004, su ley del vino se armoniza con la legislación europea dando lugar a su actual Zákon o vinohradnictví a vinařství (Ley de viticultura y enología), cuya versión vigente es del 2017.

CLASIFICACIÓN DE LOS VINOS

Es este punto, pasaremos a analizar el tipo de vinos que podemos encontrarnos en la República Checa en base a su catalogación:

  • Vinos sin Indicación del Origen. Lo que anteriormente se conocía como vinos de mesa.
  • Vinos con Indicación de Origen. Los más interesantes y de calidad, vinculados a un territorio específico.

Al ser una región septentrional, la maduración de la uva es de suma importancia y el azúcar del mosto puede ser determinante a la hora de clasificar el vino. El sistema tradicional para medir este parámetro en República Checa (y también en Eslovaquia) es el Normalizovaný Moštoměr (°NM), donde 1 °NM indica 1 kg de azúcar en 100 litros de mosto. En países vecinos aunque utilizan principios similares, sus herramientas de medición son distintas: Alemania usa la escala Oechsle (°Oe) y Austria el Klosterneuburger Mostwaage (°KMW).

Al igual que en la mayor parte de los países de la Unión Europea, los vinos con Indicación de Origen tienen a su vez distintas categorizaciones:

  • PGI (Indicación Geográfica – Mínimo de 14 °NM)
    • Vino de la Tierra
      • Moravské zemské (Vino de la Tierra de Moravia)
      • České zemské víno (Vino de la Tierra de Bohemia)
  • PDO (Denominación de Origen – Mínimo de 15 °NM)
    • Morava (Moravia – Región)
      • Znojemská (Sub-región)
      • Mikulovská (Sub-región)
      • Velkopavlovická (Sub-región)
      • Slovácká (Subregión)
    • Čechy (Bohemia – Región)
      • Litoměřická (Subregión)
      • Mělnická (Subregión)

De forma complementaria a la designación geográfica, los vinos PDO pueden clasificarse según la tradicional clasificación germánica en base a la cantidad de azúcar del mosto:

  • Jakostní Víno (Vinos de Calidad) Vinos secos. > 15 °NM
  • Jakostní Víno s Přívlastkem (Vinos de Calidad con Predicado)  No se pueden Chaptalizar
    • Kabinetní víno. Vino seco. > 19 °NM
    • Pozdní sběr. Vendimia tardía. Seco o semiseco. > 21 °NM
    • Výběr z hroznů. Selección de uvas. Puede tener un marcado azúcar residual. > 24 °NM
    • Výběr z bobulí. Selección de bayas. Semidulce y dulce. > 27 °NM
    • Ledové víno. Vino de hielo. Muy dulce. > 27 °NM
    • Slámové víno. Vino de paja. Vino muy dulce de racimos deshidratados al menos 3 meses (o dos si el mosto alcanza los 32°NM) en interior sobre esteras de caña o paja o bien colgados. > 27 °NM
    • Výběr z cibéb. Selección de bayas botritizadas. Muy dulce. > 32 °NM

Además de estas clasificaciones geográficas y en base al contenido de azúcar, dentro de los vinos con Denominación de Origen existe una clasificación geográfica más específica y que cada vez es más relevante en el país: Víno Originální Certifikace (VOC). Esta nomenclatura indica vinos de variedades típicas de una región específica, de viñedos seleccionados, de uvas con una trazabilidad definida y un característico aroma y sabor. El primer VOC declarado fue VOC Znojmo en 2009 y desde entonces se han ido sumando nuevos sellos hasta alcanzar los 13 actuales:

1.         VOC Znojmo – 2009

2.         VOC Mikulov – 2011

3.         VOC Blue Mountains – 2011

4.         VOC Pálava – 2012

5.         VOC Blatnice – 2013

6.         VOC Valtice – 2015

7.         VOC Mělník – 2015

8.         VOC Slovácko – 2016

9.         VOC Hustopečsko – 2016

10.       VOC Kraví Hora – 2017

11.       VOC Bzenec  – 2017

12.       VOC Mutěnice  – 2018

13.       VOC Vineyard Velké Pavlovice – 2019

Está claro que este listado se verá ampliado en los próximos años, ya que actualmente se están tramitando nuevas VOC como PodlužíMoravaRůžové HoryKurdějov y Moravská Naturální Vína. Todas las VOC están reguladas y controladas por las asociaciones de enólogos locales (previa autorización estatal) y son las que definen los estilos y estereotipos de cada uno de los sellos. Antes de salir al mercado, las botellas son marcadas con el símbolo del VOC correspondiente, indicando que el vino embotellado es fiel reflejo de su origen, variedad o variedades y estilo de elaboración local. Normalmente en estos vinos, el factor añada se intenta mitigar, buscando que el vino sea lo más homogéneo posible de un año a otro.

ESTILOS DE VINO Y UVAS

Aunque el 71% del viñedo del país está plantado con variedades blancas, no faltan las elaboraciones de tinto o rosado. Siendo este último, junto a los Sekt (espumosos) y los Svatomartinská vína (los primeros vinos del año) los que mayor crecimiento han mostrado en los últimos años.

Los Svatomartinská vína son los vinos más madrugadores y su consumo se ha multiplicado por más de 10 en los últimos 15 años (más de 2 millones de botellas en el 2019). Son vinos blancos, rosados y  tintos que salen al mercado a partir del 11 de noviembre y que están elaborados únicamente con variedades de maduración precoz  (Blauer Portugieser y St. Laurent para los tintos; Müller Thurgau, Grüner Veltliner y Muškát moravský para los blancos; Blauer Portugieser, Zweigelt y St. Laurent para rosados).

Muy destacables también sus elaboraciones dulces, con relaciones calidad-precio excepcionales encontrando en variedades muy aromáticas como la Muškát moravský (oriunda de República Checa), la Hibernal (germana) o la Pálava (creada en 1953 también en República Checa) grandes embajadoras. En el caso de estas variedades, recomendamos sus versiones dulces por encima de las más secas, ya que la cantidad de terpenos que contienen hace que los vinos con poco azúcar se vuelvan acentuadamente amargos y algo ásperos.

Pero independientemente del uso que se le vaya a dar en su posterior vinificación, las variedades más plantadas en República Checa son la Veltlínské zelené (Grüner Veltliner – 9,2%), Müller Thurgau (8,3%), Ryzlink rýnský (Riesling – 7,4%), Ryzlink vlašský (Welschriesling – 6,5%) en blancas y la Frankovka (Blaufränkisch – 6%) y Svatovavřinecké (Saint Laurent – 5,8%) en tintas. Así con todo, hay 35 variedades blancas y 26 tintas inscritas en el Libro de Variedades Estatal, aunque se pueden encontrar muchas otras en fase de experimentación o residuales.

El estilo de sus vinos es muy variopinto, pero sin duda tienen una personalidad arrolladora. El caso de la Ryzlink rýnský (Riesling) es muy esclarecedor ya que su perfil difiere bastante del estilo alemán, con menos acidez en general pero con un poderoso amargoso y un registro más floral y vegetal que frutal; así con todo, con unos años en botella siguen desarrollando los tan apreciados hidrocarburos. Dependiendo de la variedad y de la zona, podremos encontrar vinos con extremos muy marcados, desde un Tramín červený (Gewürztraminer) de Velkopavlovická (4,5 g/l de acidez; 0,9 g/l de azúcar residual; 14,8º de alcohol; 22,6 g/l de extracto seco) hasta  un Ryzlink rýnský (Riesling) de Mikulovská (9 g/l de acidez; 7,9 g/l de azúcar residual; 12º de alcohol; 24 g/l de extracto seco).

Una de las mejores formas de comprender los vinos del país, es visitar el Salón de Vinos de República Checa en Valtice. Allí, por 499 CZK (unos 17 €) dispondrás de dos horas para degustar los casi 150 vinos que exponen cada temporada. Además de las variedades más habituales ya mencionadas, también podrás catar algunas más inusuales como la Medina (de origen español), las Cabernet Cortis y Cabernet Corsa (alemanas) o las blancas autóctonas Savilon y Aurelius.

Sin duda República Checa es un país por el que merece perderse entre sus viñedos y vinos, aunque algunas jarras de Pilsen hay que alternar para engrasar bien la maquinaria. En la variedad está el placer.

Cuadernos de Viaje de Luis y Alejandro Paadín