Bodegas Régoa

Entrevista a José María Prieto Fernández, propietario de Bodegas Régoa

“Sacar al mercado un Ribeira Sacra de sexto año es posible por el terroir y la calidad de las uvas que tenemos”

Un viñedo espectacular en pleno corazón de Amandi, once hectáreas de cultivo en terraza, con pendientes del 80% y orientación sur que contactan en su cota inferior con el río Sil. Esta es la descripción que hace Régoa de sus viñas, pero créanme si les digo que, para disfrutar de sus vinos tal y como se merecen, deben vivir la apasionante aventura de bajar al terreno, tocar la tierra pizarrosa, paladear el miedo al abismo y empaparse de la historia de una zona que sólo entenderán debidamente si están allí. Esta experiencia, unida al encanto natural de José María y su mujer, consiguen hacer que la cata de sus fantásticos vinos perdure en la memoria

¿Cómo nació Bodegas Régoa?

Bueno, yo de pequeño, con 12 años, iba con mis tíos a la vendimia de mis abuelos, que tenían casa en la Teixeira. Después se deshizo la casa y por circunstancias profesionales al cabo de los años acabé en Monforte, en Sober. Hace 22 años nos hicimos con 11 hectáreas de viñedo y empezamos a plantar, aunque un tercio de ellas ya eran cepas viejas, y ahí fue donde empezó toda la historia de Régoa. En lugar de por la bodega, empezamos por la viña y ya cuando las cepas tuvieron 13 ó 14 años fue cuando se empezó a construir la bodega. Y es que con cepas de menos de 12 años no es posible hacer un crianza, que era lo que queríamos. Siempre apostamos que de aquí podrían salir vinos de largo recorrido, vinos de crianza, vinos que mejoraran como mínimo en los primeros 10 años. De hecho nosotros estamos ahora en el mercado con el vino básico de la bodega, Régoa 2009, que es un vino de quinto año.

Eso, en una variedad como la Mencía, fue una apuesta arriesgada

No, en absoluto. Es un vino de 90% de Mencía y 10% de Alvarello o Brencella y es un vino que ahora mismo está vivo, está en pleno desarrollo, y dentro de dos años estará mucho mejor. Después tenemos otra gama más alta, que es el Régoa -TN, que va criado en barrica de 300 litros y que también está en quinto año. Y en un futuro esperamos sacar un sexto año. Lo íbamos a sacar, pero tal y como está evolucionando pensamos que va a ser un séptimo u octavo. Pensar eso en un Ribeira Sacra era casi una utopía, pero lo estamos catando ahora y se ve que está vivo.

¿El entorno tan especial del viñedo, influye en las características de los vinos de Régoa?

No es que influya, es la clave. Es decir, ¿es posible hacer un Ribeira Sacra de sexto año? Es posible en unas condiciones de “terroir”, de variedades de uva y de poco más, que la elaboración es muy sencilla. Exige unas condiciones de viñedo, claro que sí. No de cualquier Mencía puede salir este vino.

IMG_2701-cv-6-wMe hablaba antes de variedades autóctonas como el Alvarello, ¿ha sido difícil recuperarlas?

El Alvarello era la variedad principal en Amandi hasta el siglo XIX, XX, cuando llega la filosera. Cuando aparece este parásito de la vid y arrasa con todo, la gente decidió replantar con Mencía, pero hasta ese momento era la variedad mayoritaria. Hace 23 años tuvimos que recuperar la variedad, de la que quedaban pocas cepas, y hoy tenemos más de 4.000 cepas de Brancellao/Alvarello.

¿Con qué otras variedades trabajan?

Tenemos también Caíño, aproximadamente unas 3.000 cepas, y algo de Sousón y Garnacha, pero poco. La variedad principal es Mencía.

¿Y qué producción tiene actualmente la bodega?

Estamos en unos 50.000 kilos de uva, es una viña que no abonamos, ni regamos. Dejamos que la cepa en esas condiciones extremas se auto regule, con lo que varía de unos años a otros, pero el término medio es de 50.000.

¿Dónde se puede encontrar su vino?

En Galicia, sobre todo, pero en estos momentos también vendemos en Madrid, Barcelona, Bélgica e Inglaterra.

Están de moda la Ribeira Sacra y los llamados Vinos de Autor, ¿han notado un aumento del interés hacia bodegas pequeñas como la suya?

Nosotros empezamos con la distribución del vino en 2008, al comienzo de la crisis, y la verdad es que no nos podemos quejar. Vamos manteniendo ventas, nos estamos expandiendo y sí detectamos esa inquietud, hay gente que se interesa, medios de comunicación que nos llaman, grupos de bodegueros de otras zonas que vienen aquí. Sí se nota ese interés, aunque de cara al consumidor, en Galicia el Ribera y el Rioja es lo que sigue imperando.

¿Qué objetivos se plantean para el futuro?

Nuestro objetivo es alargar más la salida de los vinos, porque vemos que tienen recorrido. Sacar el Régoa que pensamos que iba a ser de sexto año pero va a ser más largo, sacar monovarietales como el Alvarello, con el que hicimos una experiencia este año con muy buen resultado. Y también queremos poner en el mercado un bivarieral de Mencía y Caíño, que también estamos contentos con lo que parece que va a ser. Y, por supuesto, profundizar siempre en la calidad. Todas las pruebas las estamos haciendo aquí y algunas nos sorprendieron muy gratamente.

¿Echando la vista atrás, ha merecido la pena el esfuerzo?

Yo sigo tan entusiasmado con este proyecto como hace 22 años. Cuando empezamos nos decían que la Mencía moría al segundo año, nosotros nos resistimos a creerlo y la prueba la tenemos hoy, que estamos probando vinos de seis y siete años, vivos, con ganas de vivir y que van a mejorar en los próximos tres años. Siempre apostamos por los crianzas y no nos equivocamos.

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