Paco Berciano, experto en vinos

«El minifundismo, que ha sido tan denigrado, es lo que va a convertir a Galicia en la gran  potencia vinícola de España»

Tras numerosos intentos por parte de Xoán Cannas, por fin este año Paco Berciano ofreció la lección inaugural del curso académico 2015-16 celebrado en la Ciudade da Cultura de Galicia. En su intervención, Berciano recordó a los 25 matriculados que  “el mundo del vino es el único en el que puedes convertir tu trabajo en un gran placer”. Por ello, el director y copropietario de Alma Vinos Únicos y de la vinoteca burgalesa El Lagar –considerada una de las mejores tiendas especializadas del país-, invitó a los asistentes a “descubrir y compartir la humildad y la pasión que caracteriza a la gente del vino, porque de esta forma podréis entender porqué el vino es así”.

Acaba de inaugurar el curso académico en el Instituto Galego do Viño. ¿Cuál es su vinculación con Galicia, en general, y con el instituto?

Galicia es para mí una de las zonas vinícolas más importantes que hay en España en estos momentos y buena prueba de ello es que siempre la he catalogado como la Borgoña española. Los que me conocen saben que la Borgoña es mi pasión, mi referencia, y creo que eso ya lo dice todo. De hecho, mi empresa quizás sea la importadora a nivel nacional que cuente con un mayor número de referencias de vinos gallegos de alto nivel, tanto blancos como tintos tengo mucha fé en los tintos gallegos. Viajo mucho a Galicia, conozco a los bodegueros, las viñas, la tierra y también conozco mucho a Xoán Cannas, el director del Instituto, con el que me une una gran amistad desde hace tiempo. Las veces que me ha pedido colaborar, nunca he podido por las fechas, pero finalmente este año hemos podido compatibilizar las agendas y aquí estoy.

¿Y qué le ha dicho a los alumnos?

Les he explicado  que el vino es una pasión compartida y que la labor de un sumiller, de un humilde vendedor como yo, es hacer que esa pasión la comparta más gente, tenemos que ser capaces de trasmitir ese sentimiento. Nosotros no creamos la pasión, la pasión la crean los bodegueros, nuestro papel es trasmitirla  de manera que los receptores la entiendan, la disfruten y se contagien. Un sumiller debe tener la capacidad  de explicarle a la gente que está bebiendo un vino, de qué paisaje proviene, de qué tierra, por qué tiene esas características… En un vino nada es casual, sobre todo en el tipo de vinos con  el que trabajamos nosotros.

Además de su amor por el vino, usted también es un apasionado de la comunicación, ¿ha conseguido conjugar ambas cosas?

Hace muchos años, cuando estaba en Burgos, tuve la suerte de empezar a colaborar en Diario 16  con un reportaje sobre la Ribera del Duero, que en aquella época era todavía incipiente, y nos recorrimos todas las bodegas, porque aunque hoy son unas 300, en aquel momento eran una veintena.  Después también colaboré con Sol, Cinco Días, El País, 20 Minutos, y la verdad es que me gusta mucho comunicar, trasmitir lo qué siento, el por qué del mundo del vino… Empezamos haciendo unos reportajes que en España eran absolutamente novedosos, que consistían en darle  voz a los elaboradores, en vez de emitir nosotros nuestra opinión. Eran una especie de entrevistas que antes no se hacían en el mundo del vino, recuerdo que en ese momento recibimos muchas críticas por parte de otros periodistas que no estaban acostumbrados a esto. Afortunadamente esto ha ido cambiando. A la gente le tiene que importar poco si a mí me gusta o no un vino, eso al fin y al cabo es cosa de gustos, lo que tenemos que explicar a la gente es porqué un vino es así,  y que cada uno escoja según sus gustos y preferencias.

Antes nos hablaba de su amor por la Borgoña, ¿de dónde le viene la pasión por estos vinos?

Mi primer acercamiento a Francia viene de un regalo, creo que en el 88 ó 89 me regalaron un botella de Les Forts de Latours, que es el segundo vino  de Chàteau Latours del 86, me pareció tan deslumbrante que lo primero que pensé es que si el segundo vino estaba así de bueno, cómo tendría que estar el primero. Estábamos Maribel Revilla y yo, y decidimos acercarnos a conocer Burdeos, y estuvimos pateando viñedos y cuando empiezas con el mundo del vino francés, ineludiblemente siempre acabas en Borgoña. Francia tiene la virtud de tener vinos muy diferentes, y en contra de la uniformidad del viñedo español, en Francia  esa gran variedad lo mantiene. Burdeos ha perdido un poco de alma debido a su estructura, son grandes bodegas en manos de multinacionales dirigidas por gente alejada  del mundo del vino, con lo cual el director técnico de una de esas bodegas tiene  que tener mucho miedo a tomar una decisión arriesgada  porque hay en juego mucho dinero. Vivimos ese proceso de pérdida de alma paulatinamente y nos dimos cuenta de que la esencia del vino francés se mantiene en Borgoña, donde hay un grupo importante de viticultores que tienen parcelas pequeñas y que se pueden permitir el riesgo de crear.

Al hilo de esto, el minifundismo gallego va a resultar ser una ventaja para el mundo del vino

El minifundismo gallego, que siempre ha sido tan denigrado, estoy convencido de que es lo que va a convertir a Galicia en la gran  potencia vinícola de España. Sin el minifundismo  no habría en Galicia cepas viejas, no existirían ni  Espadeiro, ni Caíño, ni Brancellao, Merenzao… Estaría todo invadido  por Albariño, Mencía o Palomino. El minifundismo ha permitido que como aquí no existe la figura del primogénito, cuando un padre muere se divide entre todos y los mojones son muy movibles. Esto, como todos saben, pueden provocar rencillas bastante complicadas de solucionar. Es difícil, por tanto, juntar tu parcela con la de  al lado, pero tampoco es rentable arrancarla, así que el que no la ha dejado morir, se encuentra ahora con que tiene una colección de cepas viejas con un potencial enorme.

¿Para beber bien hay que gastar mucho dinero?

Para beber bien lo que hay que tener es criterio. Es cierto que lo normal es que cuanto más pagas por un vino, te encuentres con vinos un poquito mejores, pero también es verdad que puedes beber un vino  por muy pocos euros, con un gran nivel. Evidentemente, para disfrutar de joyas hay que gastar dinero, pero una gran botella de vino cuesta mucho menos que una entrada de un concierto de un grupo famoso. la mayoría no nos podemos permitir beber botellas de 50 euros todos los días, pero hay botellas de 5 ó 10 euros que son magníficas.

Ya para terminar, hábleme del Alma de los Vinos Únicos

Fue inicialmente una distribuidora que montamos en el año 2000 Maribel Revilla, Telmo Rodríguez y yo. Después entramos en colaboración con otra gente con una capacidad increíble de apasionarse por el mundo del vino, y decidimos trabajar con vinos de pequeños viticultores, tanto de España como de fuera de nuestras fronteras. Empezamos a importar vinos de Borgoña, del Loira, de Champagne, e iniciamos nuestra colaboración con viticultores gallegos como Fernando Algueira, Pedro Guímaro, Rodrigo Méndez, José Luis Mateo, Pepiño Ferreiro… con ese tipo de gente que hace vinos que nos encantan. Cada dos años hacemos una gran cata en Burgos,  que también se llama el Alma de los Vinos Únicos, a la que vienen ciento y pico bodegas, de las que como mínimo el 50% son extranjeras. Este año asistieron unos 1.800 sumilleres de toda España  y la verdad es que muy interesante porque al hacer esta bienal en Burgos, la gente tiene que perder un día de su vida  para ir, pero el que va, va con otro espíritu. Si la hiciéramos en Madrid, en vez de 1.800, vendrían 5.000 pero se perdería un poco el espíritu que queremos darle. Creemos que tiene la dimensión ideal para que haya un verdadero acercamiento con el productor.